jueves, 31 de mayo de 2012

Recargando.

Batería descargada.
Por el momento, fuera de servicio.

viernes, 25 de mayo de 2012

Ay, patria mía

Nos pintaron durante toda la primaria a un pueblo que quería saber de que se trataba en las puertas del cabildo el 25 de mayo, mientras los simpáticos French y Beruti repartían cintitas celestes y blancas.
El pueblo eran unas 200 personas. Buenos Aires ya contaba con 40000 habitantes, siendo sólo 2300 españoles.
Los simpáticos French y Beruti, amigotes de Moreno y Belgrano, formaron un grupo llamados los chisperos, cuyo objetivo fue asustar con jinetes, fuego, armas y demás a los partidarios del virrey. Se dicen que eran buenos bebedores y mejor aún con el arcabuz y el cuchillo. Fueron sus hombres los que, montados en sus caballos, impedían el paso al cabildo a cualquiera que no fuera partidario de la revolución. Para distinguir unos de otros, saquean una tienda de la Recova, llevándose un rollo de tela blanca que le prenden a los partidarios de la revolución al pecho (no el rollo entero, entiéndase, sólo una tirita).
Adentro nadie se ponía de acuerdo, o llegaron a un acuerdo tipo Cristina/Cobos, bah.
Saavedra era el presidente pero lo tenía a Moreno siempre en contra. Se odiaban abiertamente.
Moreno no dudaba en hacer pasar por las armas a cualquier opositor. Manda a Castelli, acompañado por French, a ejecutar a Liniers. Unos meses después de aquel Mayo revolucionario, Moreno ha hecho aprobar por unanimidad el Plan secreto de operaciones que recomienda el terror como método para destruir al enemigo emboscado.
Castelli escribe: "Nuestros asuntos van bien porque hay firmeza y si por desgracia hubiéramos aflojado estaríamos bajo tierra. Todo el Cabildo nos hacía más guerra que los tiranos mandones del virreinato"
En cambio escribe Saavedra en respuesta a una carta amenazante de Viamonte: "¿Consiste la felicidad en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en que los hombres impunemente hagan lo que su capricho e interés les sugieren? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principió a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión y en decir con toda franqueza me cago en Dios y hago lo que quiero?".
De todas maneras, quiso el agua apagar tanto fuego - o quizás el propio Saavedra - y Moreno murió en alta mar en circunstancias dudosas.
Saavedra murió de viejo (69 años en aquella época era muchísimo).

Esto pasó hace doscientos dos años.
Y lamentablemente se repitió muchísimas veces más a lo largo de la historia, con otros nombres, otras caras y las mismas ansias de poder.


Y sin embargo, país, los que nos levantamos todas las mañanas a laburar sin esperar más que el sueldo que nos ganamos con el sudor de nuestra frente, los nos quedamos en vos porque no se nos ocurre que exista otra tierra que nos cobije, los que robamos tiempo que no tenemos para ir a ayudar a un comedor barrial, las Margaritas Barrientos, los Juan Carr, los que aún yéndose te llevan en el acento con orgullo, los que lagrimeamos con un tango, los que pese a todo creemos que la cosa va a cambiar, que tiene que cambiar y la seguimos remando, te amamos.





sábado, 19 de mayo de 2012

Francisco


Le pedí al Señor que me diera un amor.
Nunca pensé sería tan profundo.
Ya presentíamos que venías.
Ya te buscábamos.
Papá se había ido a trabajar temprano. Yo dormía. Ni bien me desperté corrí al baño y me hice un test de embarazo. Clavé la mirada en la tirita hasta que ví aparecer las dos rayas azules.
Primero lloré.
De felicidad, hijo.
Y después corrí a llamar a papá.
Naciste un martes. Llovía. Tardaste en nacer tanto tiempo, que yo - que había prohibido que te digan Pancho - empecé a decirte así desde ese día. Cuando te pusieron en mi pecho, me miraste con esos ojazos y no llorabas. Nos reconocimos de inmediato. Vos eras esa cosita que me pateaba y yo era la que te cantaba desde afuera. Te llevaron en una incubadora (locuras del pediatra) y tardaron en traerte conmigo. Hacía dos días que no dormía pero no podía parar de hablar y de reirme con todos los que iban a visitarnos. Era completamente feliz.
Siempre fuiste Pancho. Tu única exigencia era mirar una y otra vez la película de Tigger y El libro de la Selva. Con papá nos sabíamos los diálogos de memoria.
Hablabas poco y mal. Y cuando te ponías chinchudo, como buen taurino, decías "ompo todo yo, eh".
Ahora sos casi tan alto como yo. Ya el sobrenombre no te va. Peleas con tu hermano, salís con tus amigos y te da vergüenza si te beso cuando te dejo en la escuela.
Pero te seguís pasando a mi cama cada vez que hay tormenta fuerte.
Además, para mamá y papá, siempre vas a ser Panchito.
Felices 14 años, hijo.




jueves, 17 de mayo de 2012

Amores de morondanga VIII

Ella, inocente y crédula, lo besó a pesar de su aspecto verde y asqueroso. Desde ese día se la pasa croando en los charcos.

lunes, 14 de mayo de 2012

Reflexiones II

Los hombres a la hora de reconquistar a una mujer que perdieron, recurren al pedido de perdón, al arrepentimiento y lamentos cuasi bolivianos. Golpean sus pechos y juran que nunca más (al menos hasta mañana).
Las mujeres somos muchos más astutas (o malditas, dependiendo del punto de vista). Adoramos hacerlos sentir culpables, mostrarnos como sus víctimas, las pobrecitas, partirles el corazón al ver como lloramos desoladas por el dolor que nos causan.
Eso ya lo hacemos con nuestros hijos y lo repetimos después con el resto de los hombres que se crucen por nuestra vida (novios, maridos, profesores, amantes, padres y hasta el almacenero).

- Claro, el señorito no llama para avisar dónde está. Total, que importa que su madre esté acá, muerta de pánico, pensando que tuvo un accidente.

- Yo le juro que estudié, profesor. Es que me puse nerviosa y me olvidé de todo. Por favor, si mi padre se entera que desaprobé me mata. Tómeme la prueba mañana de nuevo, no sea así.

- Siempre la excusa de tu mujer, claro. Y yo acá, esperando todo el día una llamada tuya, pegada al teléfono como una idiota.

- Yo estudié, papi. Pero la yegua de matemática me tiene rabia. Siempre se la agarra conmigo.

- Le prometo que mañana le pago, Don Pepe. Es que mi patrón me debe el sueldo de marzo todavía. No sabe, me paga a cuentagotas. Yo pesito que junto, pesito que separo para pagar su cuenta, mire.

Y siempre, siempre, las lágrimas al borde de los ojos o la voz quebrada.

Si a una mujer el marido la encuentra con otro en la cama, la culpa seguro es del marido porque "me desatendías, todo el día trabajando, te olvidaste de mí, ya no me tratás como antes, me hacés sentir tan sola".

También documentaré con letras de canciones lo antedicho:

Vives con unas y con otras/y na se te importa de mi soledad;/sabes que tienes un hijo/y ni el apellido le vienes a dar./Eres mi vida y mi muerte,/te lo juro, compañero;/no debía de quererte,/no debía de quererte/y sin embargo te quiero.

Llora nene, llora nene, llora nene,/Cariño, bienvenido de nuevo a casa,/Ya sé que ella te dijo, cariño,/Ya sé que ella te dijo que te amaba mucho más que yo/Sí, lo único que sé es que ella te dejó/Y tú juras que no sabes por qué,/Pero sabes, cariño, que siempre, siempre estaré cerca.

Cuando estés cansado de tus vanidades, /cuando tengas frío y nadie te de calor, /cuando solo tengas sabanas vacías /o una compañía solo de ocasión./Y cuando estés solo y desesperado/tal vez escuchando aquella canción, /cuando estés vencido, cuando estés perdido, /te estaré esperando... /para amarte una vez más.

No lo he dado todo??/dando lo mejor de mi/Dandote todo lo que tenia /Todo y nada menos, /No lo hice bien?/Te he decepcionado??/Tal vez estas acostumbrado/a tenerme a tu alrededor/aun asi, como puedes alejarte asi/De todas mis lágrimas? /Va a ser un camino vacío, /Sin mí aqui.

Sabemos que la mayoría de los hombres son sensibles a la fragilidad y lágrimas femeninas. Ahora ¿queremos de vuelta al desgraciado? Noooooo. Queremos que sufra, queremos empañarle la felicidad, queremos que reviente. Seguro que cuando si vuelven, los mandamos al carajo. Si, si. Somos jodidas. Y qué.

domingo, 13 de mayo de 2012

Reflexiones

Se nos vienen cayendo los gurús, señores. Ya no podemos creer ni en la paz interior de Claudio María Domínguez.
¿Qué nos queda? ¿En quién confiar?, me pregunto atribulada.
Por eso he decidido abrir en este blog una nueva sección para la reflexión, para unir nuestros corazones en busca de LA VERDAD, LA CORDURA, EL CONOCIMIENTO INTERIOR.
Quizás suene pretencioso, lo sé. Pero confío, queridos míos, en vuestros criteriosos comentarios que harán que entre todos veamos la luz.
Comencemos cruzando las piernas en posición de flor de loto (si no te sale, como a mi, quedate sentado, nomas. No hay problema)
La primera duda que intentaremos disipar, a los efectos de generar una onda de reciprocidad amistosa entre hombres y mujeres, y así poder - por qué no - generar el día de mañana encuentros de paz y amor es:
- ¿Por qué lloran por la mujer que los dejó, si cuando estaban con ella no le daban ni cinco de bola? Resumiendo: ¿quién carajo entiende a los hombres?
Comprendo que en principio, muchos saltarán al grito de "¡Mentira!, Estamos frente a una mujer despechada, hermanos", incluso alguno intentará tirar abajo las destrezas sexuales de mi último amante.
Por eso, documentaré mis dichos recurriendo a letras de diversas canciones escritas por manos masculinas:

Yo no me dí cuenta de que te tenía/hasta el mismo día en que te perdí,/y vi claramente lo que te quería/ cuando ya no había remedio pa' mí.

Tu ilusión fue de cristal,/se rompió cuando partí/pues nunca, nunca más volví…/¡Qué amarga fue tu pena!/No te olvides de mi/de tu Gricel/me dijiste al besar/el cristo aquél/y hoy que vivo enloquecido/porque no te olvidé/ni te acuerdas de mí/Gricel, Gricel.

No supe comprender tu desesperación/y alegre me alejé en alas de otro amor.../¡Qué solo y triste me encontré/cuando me vi tan lejos/y mi engaño comprobé!

¿Dónde estás, para decirte/que hoy he vuelto arrepentido a buscar tu amor?

Ya estoy escuchando a algunos argumentar que estas son canciones viejas, que los hombres evolucionaron, blablabla. Vengamos más acá en el tiempo:

Lo siento si alguna vez te he herido/y no supe darme cuenta a tiempo/mientras soportabas en silencio/tal vez algún desprecio/tal vez no sirva de nada/el darme cuenta ahora/sólo importas tu ...

Ya no me llamas por teléfono, es la señal que todo acabo,/antes lo hacías, y siempre era yo quien te pedía que no./Desde ese día en que te abandone juraste volverías por mi/yo no quería y no volviste mas, y hoy te vengo a decir.../si estas contéstame, vamos atiéndeme/yo se que he sido un tonto y que, de ti me enamore.../y no lo supe ver...

Después me vienen con Freud, la histeria femenina y la mar en coche. Vamos, confiesen. Son muy gatos Floros, muchachos.
PORQUE SI VAMOS A REFLEXIONAR EN PAZ, HAY QUE SINCERARSE, CARAJO. OK? NO ME HAGAN CALENTAR.
Ahora si me despido. Que la fuerza los acompañe.
Namasté.




jueves, 10 de mayo de 2012

Anonymous









¿Por qué escribimos?

miércoles, 9 de mayo de 2012

Llueve

Llueve, amor.
¿Escuchás?
Las gotas quieren hablarnos, quieren poner música en nuestra ventana, en nuestro dormitorio.
Nos marcan el ritmo para que nuestras manos bailen sobre los cuerpos.
¿Podés sentirlo?
La humedad de la calle, de los techos, de tu cuerpo, amor.
Puedo palparla, olerla.
Nos pide que nos olvidemos de todo, que dejemos de lado reclamos y fastidios. Tan sólo amarnos, disfrutando el momento.


- Te olvidaste de llamar al techista, no? Si serás pelotudo. Mejor levantémonos y ayudame a correr el colchón que se va a empapar.

domingo, 6 de mayo de 2012

Feliz cumpleaños a mi.

En principio, todo es fácil, tibio, tranquilo. Lástima que dura nueve meses. Después uno nace.
Lo primero que hacen es sacudirte y pegarte dos cachetazos en el culo. Eso es para que te vayas acostumbrando a lo que va a venir.
A mi me tocó llegar al mundo hace 40 años, el 6 de Mayo del 72. Mi vieja siempre me cuenta que fue un parto divino; es más, ella creía que estaba un poco descompuesta por la comida. O sea, me confundió con un pedo. Terrible. Yo peleando por salir y ella pensando que se estaba por mandar una cagada.
La que pensó que realmente mi nacimiento fue una cagada fue mi hermanita. Eso pasa generalmente cuando uno no tiene la dicha de nacer primero. En principio, para que la pendejita más grande no se ponga celosa, le hacen regalos más lindos que a vos - total sos chiquita y no te vas a dar cuenta - como si eso sirviera para menguar el odio con el que te mira, mientras te acaricia la cabeza, justo después que mamá le explicara que los bebés no tienen la mollerita cerrada.
Una, gracias a Dios, es inocente de las maldades ajenas y ríe. De qué, no se sabe. Viene tu madre y te dice "acatá" y te descostillás. Viene tu abuelo y te dice "cuchichichichitrilita" y te ahogás de risa. Viene tu padre y te sopla la panza y te retorcés a las carcajadas. Una es inocente y un poco pelotuda, pero no viene al caso.
Después crecí. Fuí al Jardín de Infantes - donde conocí a mi primera gran amiga, Gilda -, mamá nos manda a danza con mi hermana con la intención de que seamos señoritas delicadas, a inglés para que seamos señoritas cultas, a hacer los mandados (para no ir ella, que está cansada) y descubro que además de mi hermana, con la que ya nos habíamos acostumbramos a convivir y casi casi nos queríamos, hay otras criaturas y que algunos son varones. Por primera vez en la vida cometo el gran error: me enamoro perdidamente.
Mi novio se llamaba Gustavo. Fuimos novios hasta Sexto grado, aunque él se enteró muchos años después. Yo debería haberme dado cuenta en ese momento que los hombres son un poco lentos, pero no. Seguí teniendo fe en ellos.
En ese interín, mis padres no tuvieron mejor idea que tener otro hijo. Nació el nene cuando yo tenía ocho años. La verdad, lo amé desde que lo vi, azul como un pitufo y lleno de cables en la incubadora.
Pero pasé a ser la hija del medio. Sin comentarios.
Vino la adolescencia, la secundaria (no me vengan con el polimodal y la mar en coche: se-cun-da-ria), diversos novietes un poco más rápidos que Gustavo con las manos pero igual de lentos con la cabecita. Estaban en plena edad del pavo, claro.
Decidí desde ese momento que no volvería a salir con gente de mi edad.
Por primera vez perdí a un ser amado: mi abuelo Ángel.
Terminó Quinto año - donde conocí a mi segunda gran amiga (por orden cronológico, no se peleen): Karen - y en Pehuajó, ciudad donde vivía, no había universidad. Como yo quería ser abogada (no, no me puteen todavía que me arrepentí a tiempo) me fui a vivir, solita con mi alma a Mar del Plata.
Me sentía adulta, madura, vivía en una casa que era totalmente mía y donde podía decidir que hacer. Por eso no lavaba los platos hasta que me quedaba sin siquiera una tabla para comer y no hacía la cama. Pero para poner el broche de oro a mi adultez, comencé a trabajar a los dos meses de cumplir dieciocho. Iba de la facultad al trabajo y del trabajo a la facultad.
Y lo conocía a él. Un hombre hecho y derecho con pelos en el pecho, compañero de trabajo: Guillermo. Tenía 22 años. Nos enamoramos. Esta vez él se enteró que era mi novio y, como si eso fuera poco, se fue a vivir conmigo. Después me separé.
Con el tiempo volví a formar pareja, me volví a separar, volví a formar pareja, me volví a separar, volvía a formar pareja, me volví a separar .... siempre con Guilermo, claro. Es que eramos un poco pasionales. Pero debo reconocer que nos peleábamos con la misma intensidad con la que nos reconciliábamos. Viajamos, nos divertimos, fuimos a bailar, a la playa, a reuniones, a recitales, no gritábamos, nos odiábamos, nos celábamos. Hasta que llegó la separación definitiva.
Volví vencida a la casita de mis viejos.
Como el hombre, la mujer también es un animal que vuelve a tropezar con la misma piedra, así que me enamoré de nuevo. Esta vez de un hombre que no tenia nada que ver con el anterior; con el que no teníamos ni un sí ni un no. Hablábamos muy poco. Pero teníamos sexo, y por ende, tuvimos dos hijos. Y la verdad, nos es que yo sea la madre, pero nos salieron divinos. Un día, callado como los doce años que pasamos juntos, decidió irse de casa. Y yo cambié la cerradura. Eso fue todo; lamento no poder divertirlos con historias de intrigas y de engaños. Ironías de la vida, hoy podemos pasar ratos largos meta charla.
Y me enamoré otra vez. ¿Otra vez? Si, otra vez. Soy terca, soy taurina. Esta vez amplíe mis horizontes y busqué un novio porteño. 350 kilómetros de ida, 350 kilómetros de vuelta, horas de celular, horas de micro él y la raya del culo casi despintada. Cuatro años pasamos atravesando ciudades y autopistas para vernos. Hasta que también se terminó.
Volví a perder a otro ser amado: mi padre.

Eso es, en resumen, lo que he hecho en estos cuarenta años.
Fui embrión, bebé, niña, hija, hermana, nieta, bailarina, estudiante, amiga, ¡fui flaca!, empleada, enamoradiza y madre. Descubrí que los que amamos se van, pero de alguna manera se quedan, que lo que se gana con el fruto del trabajo es más gratificante que lo que te regalan por nada, que la pasión se consume, que el amor se va apagando de a poquito, que ser mamá hace que el mundo deje definitivamente de girar alrededor de tu ombligo, que te hace entender a tus viejos, que si vivimos poniendo la otra mejilla terminamos con la cara inflamada, que aunque duela hay que decir basta, que hay que perdonarse cuando nos equivocamos y que siempre hay que estar enamorado. Sobre todo, de la vida.



jueves, 3 de mayo de 2012

Lo que natura non da

Pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible
Las elegías de Duíno  -  Rainer Maria Rilke


Lo que a mi me encantaría, doctor, es tener los labios de Angelina, bien carnosos. Pero, claro, no harían juego con mi nariz. Con esta nariz no se van a notar. La nariz de Julia Roberts estaría fantástica. Eso sí, un poquito más rellenita de cara, porque ellas son muy flacas y se le notan las arrugas. Digamos que los pómulos y el mentón de Scarlett Johansson estarían bien. Bueno, si queda alguna arruguita se puede aplicar botox, no?
Con el cuerpo no tengo mucho problema. Un poco de siliconas. Algo como Larissa Riquelme, no muy exagerado, estaría bien. Los hilos de oro para levantar un poco la cola y lipo  en cintura, brazos y piernas. Creo que con eso sería suficiente, no?
Eso si, doctor. Le voy a pedir un favor; no se le vaya la mano. No quiero que parezca poco natural, vio.


Digo yo, por el mismo precio ¿no le podría sacar las bolsitas de los ojos a mi marido?

miércoles, 2 de mayo de 2012

Apenas Penas

Hace varios años atrás, cuando empezaba a descubrir el mundo bloguero, encontré a Apenas Penas. La verdad, lo leía casi secretamente, porque no entendía demasiado bien el sistema de los comentarios y yo no tenía blog propio.
Carlos Casellas es el responsable de esos sonetos que me fascinan y me provocan envidia (si, te lo confieso. Yo soy un desastre rimando). En cambio, en el lápiz de Carlos la poesía fluye.

En el 2008 publicó su primer libro Llevarás en la piel.

Para el segundo, De diluvios y andenes, esperó hasta el 2012.

En noviembre de 2011 se presenta en su primer concurso internacional de poesía y - obviamente - lo gana. El premio fue la edición de su tercer libro Oceanario.

El concurso lo ganó con un poema que es maravilloso, pero yo me voy a dar permiso para transcribir otro, que personalmente me encanta.


A Usted, Señora, a Ud, mi gata en celo,
desvelo del amor en catarata,
que confundes tejados con el cielo
y te limpias la boca en mi corbata;
a Usted, que con dos besos desbarata
los lunes tormentosos de pomelo,
de las vidas que llevas siendo gata
apártame un abril de terciopelo.
Con las otras que restan, improvisa,
yo soy un partenaire en estas lides
de ver salir el sol cuando amanece;
penitente, me quedo en tu cornisa,
si precisas mi boca me la pides,
maúlla cuando quieras que te bese.


La verdad, te merecés ese premio y más.
Y a mis amigos los invito a que pasen por su blog Apenas Penas y la verdad, no sean tacaños y compren los libros, che.