Quiero comenzar esta entrada pidiendo disculpas por salir del ámbito ficcional (¿?), pero me urge la necesidad de resolver varias dudas que me han surgido después de mi experiencia con el señor Mono, albañil, que representa a las mil maravillas a su gremio. Quizás alguno de ustedes, amigos míos, pueda iluminarme (dicho sea de paso, ¿alguien conoce a algún electricista?).
P
rimera duda: El presupuestoUna, claramente, se dirige al albañil:
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Quiero arreglar los revoques del galponcito y poner las baldosas en el patio. ¿Cuánto me va a cobrar? ¿Recibe a cambio una respuesta clara y concisa? No, señor. Primero recorrerá el patio, midiendo a los trancos, después se rascará la cabeza, dará otra vuelta, mirará las paredes del galponcito dando golpecitos con el puño, se volverá a rascar y dirá:
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Yyyyyyyyyyyyyy ...... ¡qué le voy a cobrar!Ahora, si no saben ellos cuánto nos van a cobrar, cómo carajo pretenden que lo sepa yo.
- No sé, por eso le pregunto: ¿cuánto me va a cobrar?Repite el ritual del recorrido, la rascada y los golpecitos, agrega una mirada al horizonte con los ojos entrecerrados y larga:
- ¿Le parece bien cinco mil?Si vamos al caso, a mi me parecería mucho mejor que no me cobrara. Digo yo, ¿cómo calculan los presupuestos? ¿Por la cara del cliente?
Segunda duda: el tiempo
Si Dios tardó siete días en crear el mundo, ¿cuánto puede tardar un tipo en pegar unas baldosas? El día que lo contrataste juró que en diez días estaba liquidado, pero pasaron quince y no va ni por la mitad. Yo creo que la pauta te la da el día que lo llamás para el presupuesto; si te dice "mañana estoy por allá" y aparece a los 5 días ... calculemos entonces .... el día del albañil tiene 120 horas.
Tercera duda: la compra de los materiales- Señora, voy a necesitar 1000 de arena y 5 de cal.Salgo raudamente hacia el corralón; vuelvo a casa feliz con la satisfacción de la tarea cumplida. Entonces él dirá, así, libre de culpa y cargo:
- Ah, y una de cemento.Salgo otra vez rumbo al corralón, donde me miran con cara de "mina tenías que ser". Vuelvo. Me siento a tomar unos mates y lo escucho al muy cretino que, cobardemente, me grita desde el patio:
- ¿Me trajo la pastina?- No me pediste pastina. - Ah, ¿no? Pucha, me olvidé. Voy a necesitar pastina.- Bueno, bancame un ratito que ahora voy.- Lo que pasa, doña, es que después no se la van a traer y no voy a poder seguir trabajando, vio.Pero ¿qué le pasa a la gente del gremio de la construcción? ¿Tienen algún problema de organización?
Cuarta y última duda: Dificultad¿Será muy complicado pegar baldosas? Porque antes de volver a lidiar con el albañil, la próxima las pego yo.