domingo, 24 de febrero de 2013

Amor onírico

Supo que si abría los ojos, se iba a ir para siempre.
Era evidente que estaba soñando porque esa casa, que era su casa, no se parecía en nada a la real, excepto por la cama. Ni siquiera él se parecía a si mismo. Probablemente las manos, o mejor dicho los gestos, le pertenecían, pero el rostro era borroso. Pero era él, sin dudas. Estaba sentado, apoyado en el respaldar y tenía el control remoto en las manos, aunque no había televisor en el dormitorio. De todas maneras, insistía en apretar los botones y mirar atentamente a la nada.
Quiso hablarle, pero no había mucho para decir. Entonces se sentó, apoyó la cabeza en su hombro y también miró fijamente a la nada. Un rato largo estuvo así, sintiéndolo al lado.
Entonces las palabras brotaron.
- Te extrañé.
- Yo también, mi vida - le contestó él, que no era él pero sí era, y la besó en la frente.
- ¿Vas a volver mañana?
- Sabés que no. Algunas noches, nada más, me puedo escapar.
- Llevame con vos, entonces.
- No, reina. Necesito que te quedes acá. Todavía no llegó la hora.
- ¿Por qué, amor?
- Porque todavía no hay televisión en el Cielo. Ahora quedate calladita y dejame ver, si?

viernes, 15 de febrero de 2013

Barra libre

Despuntando el vicio en Barra Libre.

Como era en un principio, ahora y siempre.

Amen.