domingo, 30 de enero de 2011

Una canción para la Magdalena.

Todos nos fuimos, nena.
Todos sentimos esa necesidad tremenda de irnos, de crecer, de buscar, de encontrar, de saber. Todos probamos, elegimos, acertamos, nos equivocamos, volvimos a intentar.
Pero ahora te toca a vos.
No puedo evitar darte consejos, perdoname. Son cosas de tía. Pero no me hagas mucho caso - ni a mí ni a nadie - porque no hay recetas infalibles.
De todas maneras, te digo:
- Es mentira que siempre hay tiempo, no te lo creas. Hoy es tu tiempo. Hoy podés todo. Mañana las obligaciones y el miedo te van a obstaculizar los caminos.Yo tenía 18 ayer, hace nada, y hoy amanecí con 20 más. Parece mentira pero así de rápido pasan los años. Aprovechalos.
- Sé intrépida, pero no dejes de cuidarte. Tomá riesgos y tomá precauciones en la misma medida.
- Cuando sientas que la nostalgia te puede, pensá que siempre acá vamos a quererte y esperarte. No estás sola. Solo estás lejos.
- Date permiso para equivocarte, no te frustres frente a los proyectos fracasados. Que nada te quite las ganas de volver a intentar.
- Cuando te sientes dentro de algunos años a hacer un balance - porque irremediablemente todos lo hacemos - que tengas la certeza de que estás donde sea que estés porque tus propios pasos te llevaron ahí. No sigas ciegamente a nadie, cree en vos para poder creer en los demás.
- Hagas lo que hagas, amalo.



Nunca en domingo

martes, 25 de enero de 2011

Game over


Yo, que ya he luchado contra toda la maldad, tengo las manos tan deshechas de apretar que ni te puedo sujetar.

Homero Expósito – Vete de mí.



Se sentó en el borde de la cama y lo miró dormir.

Por un instante tuvo ganas de acostarse al lado de él y dejar que la abrazara como si no pasara nada, porque sabía que era exactamente lo que él iba a hacer si ella se acostaba a su lado: fingir que no pasaba nada. Y ella fingiría que le creía que no pasaba nada.

Eran expertos en el juego de engañarse.

A él le gustaba sentirse amado, a ella le gustaba amarlo. Nunca fue suficiente - al menos, no para ella - pero cerró los ojos, se tapó los oídos y quiso creer que era cierto que ese cariño que le daba era amor (al fin y al cabo, se parecían bastante).

Solo algunas noches se sentaba al borde de la cama, lo miraba dormir y pensaba que era hora de que el juego terminara.

domingo, 23 de enero de 2011

Premio


Miren que bonito lo que me regaló Roberto.
Estoy muy contenta pero tengo un problema. La condición de este premio es que tengo que contar siente cosas mías y pasarlo. Y no se si llego a 7 cosas interesantes.
Bueno, intento. Si se duermen a la segunda .... los entiendo. A veces yo también me aburro.

  1. En un arranque arrabalero decidí usar el nick Malena, pero mi nombre es Mariela.
  2. Le tengo pánico al fuego (algo que estoy manejando mejor con los años) desde que provoqué un incendio en mi casa a los 8 años.
  3. Cuando me da sueño o estoy distraída me hago cosquillas en los labios con la punta del pelo.
  4. Tengo una cicatriz en la lengua, producto de una caída jugando con mi hermana.
  5. 17 puntos en mi brazo izquierdo me recuerdan a diario que no soy la Mujer Maravilla.
  6. Cuando viajo, tengo que pasar por la casa quinta que era de mi abuelo y tocar dos bocinazos para sentirme protegida.
  7. Quiero morirme en cualquier lugar cerca del mar.

Vamos.
Vamos, arriba.
Vamos, despiértense.
Ya terminé.

El premio con la prenda se lo paso a Marcelo Firpo, de El mural.

jueves, 20 de enero de 2011

El valor del maíz


Un vientito suave hacía mecer las hojas de los sembrados y dejaba al descubierto a las mazorcas de maíz erectas, provocativas.
Cuando llegué al caminito de tierra que lleva a Albariño, doblé. Estacioné el auto debajo de una alameda, bajé y caminé hacia el alambrado. Después de unos metros, los tacos se clavaron en el barro. Los mosquitos empezaron a picar mis piernas. En una lucha despiadada de manotazos perdí el equilibrio y quedé sentada en el pasto embarrado pero con la vista fija en mi objetivo. Llegué al alambrado de púa - que hablen después de la confianza de la gente de campo - y me escabullí por el hueco que quedó después de pisar la hilera más baja con el pie derecho embarrado y levantar la siguente con mi mano izquierda. Ahí nomás, al alcance de mi mano, quedó la mercancía. Elegí uno, dos, tres, diez, quince, todos los que pude agarrar. Al no tener las manos libres, la maniobra de salida se vio entorpecida y las púas del alambre me arañaron la espalda e hicieron un tajo en mi camisa. Algunos choclos rodaron por el barro.
El resumen de la jornada arrojó un saldo de 5 choclos agusanados, 3 en perfecto estado, 7 perdidos en la huída, zapatos de dudosa recuperación debido al barro, camisa para descartar y el sabor de la aventura que se parece tanto a la humita.





domingo, 16 de enero de 2011

Amores de morondanga V

Cansado de cargar la escalera para trepar al balcón, Romeo comenzó un romance con una señorita que vive en planta baja.

Gloomy Sunday

jueves, 13 de enero de 2011

El jarrón

"Cuando te inunde una enorme alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te domine un gran enojo, no contestes ninguna carta."
Proverbio chino



Susana:
Te escribo para decirte que no insistas; no te voy a dar el jarrón de la abuela. Era tu abuela también, si, pero la que la cuidó todos estos años fui yo mientras vos ibas de baile en baile. Y bien sabés que era bastante hincha pelotas. Ahora te vas a escandalizar con lo que digo y vas a andar diciendo por ahí "qué barbaridad, mirá lo que dice de la pobre abuelita". Pero era insoportable tener que andar licuando la comida porque veía grumos por todos lados y cambiarle cinco veces la ropa por día porque se hacía pis y no quería usar pañales (¿sabés lo que pesaba?). Claro que la quería. Cómo no la iba a querer si nos crió cuando mamá se fue. Por qué te crees que la bañaba, la peinaba, la sacaba a pasear todos los días; el último tiempo hasta le daba de comer en la boca. Pero ¿vos dónde estabas Susanita? Diez años estuvo enferma, diez. ¿Cuántas veces viniste a visitarla en ese tiempo? Cuatro o cinco, pará de contar.
Ahora aparecés para reclamar el jarrón. Y ya sé que te dije en el velorio que te lo iba a dar. Pero no te lo voy a dar un carajo. Prefiero hacerlo pedazos contra el piso.

Carmen

PD: Espero que no te enojes. Al fin y al cabo, somos hermanas. Cariño a los chicos.



martes, 11 de enero de 2011

Yo

Me resultaría bastante fácil decirte una mentira para salir del paso. No es que sea buena mintiendo; es que me sobra imaginación.
Podría inventarte una historia en la que soy la víctima, la desvalida, la pobrecita para darte lástima. Si me esfuerzo, hasta podría llorar.
O puedo decirte que no me importa nada, inconmovible, dura, fría y hacer que sientas miedo de perderme.
Puedo ser una perra, una diosa, una nena, una señora, tu hembra, Eva o la serpiente, amazona o corcel.
Puedo.
Creeme.
Pero elegí ser yo.
Espero que te baste.

viernes, 7 de enero de 2011

Instrucciones para no perder la razón

Lo primero que hay que aceptar es que no se puede ser dueño de la razón. Obstinarnos en que sea nuestra es el primer paso para que se pierda.
La segunda cosa que hay que saber es que por más que nos colguemos el rótulo de razonables es bueno dejar de serlo en algunas ocasiones. O sea, hay que dejarla que se vaya sin hacer mucho escándalo; ya va a volver.
Otro punto a tener en cuenta es que no es lo mismo que te la den a tenerla. Por un buen precio se la dan a cualquiera.
Y es que la razón es grela, como la suerte.

martes, 4 de enero de 2011

Manuel cumple años.



Calor.
Mucho calor.
Mi panza pesada, mis pies hinchados no ayudaban demasiado para tolerarlo.
Y vos, ranita, te movías en el poco espacio que te quedaba.
Nos quedamos solos esa tarde, víspera de Reyes.
Me decían que esperara, que no sea ansiosa, que todavía no.
Pero sabíamos que ya era el momento.
Vos y yo sabíamos.
Te trajo una tormenta de agua y viento esa misma noche.
Naciste a las corridas, y así seguís andando por la casa, por el patio, por la escuela, por la vida.
Corriendo, saltando, imparable, caballito trotador, hijo mío.






lunes, 3 de enero de 2011

Infiltrada

Siempre el remate genial, la palabra justa, la tapada de boca se me ocurre con una hora de delay.
No creo que sea una falta de agilidad mental pero sube hasta la garganta la respuesta fácil y la escupo.
No es que no tenga piedad con mi interlocutor, al contrario. La mayoría de las respuesta rápidas son amables y disparadas protocolarmente.

Pensándolo bien, esa es la cuestión: tengo filtro.

Demasiado filtro.

Tanto filtro que estoy perdiendo mi espontaneidad.