jueves, 20 de enero de 2011

El valor del maíz


Un vientito suave hacía mecer las hojas de los sembrados y dejaba al descubierto a las mazorcas de maíz erectas, provocativas.
Cuando llegué al caminito de tierra que lleva a Albariño, doblé. Estacioné el auto debajo de una alameda, bajé y caminé hacia el alambrado. Después de unos metros, los tacos se clavaron en el barro. Los mosquitos empezaron a picar mis piernas. En una lucha despiadada de manotazos perdí el equilibrio y quedé sentada en el pasto embarrado pero con la vista fija en mi objetivo. Llegué al alambrado de púa - que hablen después de la confianza de la gente de campo - y me escabullí por el hueco que quedó después de pisar la hilera más baja con el pie derecho embarrado y levantar la siguente con mi mano izquierda. Ahí nomás, al alcance de mi mano, quedó la mercancía. Elegí uno, dos, tres, diez, quince, todos los que pude agarrar. Al no tener las manos libres, la maniobra de salida se vio entorpecida y las púas del alambre me arañaron la espalda e hicieron un tajo en mi camisa. Algunos choclos rodaron por el barro.
El resumen de la jornada arrojó un saldo de 5 choclos agusanados, 3 en perfecto estado, 7 perdidos en la huída, zapatos de dudosa recuperación debido al barro, camisa para descartar y el sabor de la aventura que se parece tanto a la humita.





19 comentarios:

  1. Eres una intrépida aventurera.
    Que valor...

    Besos.

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  2. Hubiera jurado que la aventura sabía a empanada de carne (picante)
    Por robarme unos huevos de chico me quedó una cicatriz en la rodilla. Tendrían que haberme dicho que el alambre es más jodido que la gallina...

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  3. Esto es más o menos un recuerdo de mi infancia. lo hacíamos con sandías, melones, etc.
    Todo tal cual.
    Travesura incontenible, placer por el peligro, días al pedo, de andar en bicicleta.
    Supongo que de grande tiene otro sabor.
    Habría que probarlo.
    La humita debe salir mucho más rica.
    Lástima los zapatos!

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  4. Ah, recíen voy a mi blog!
    Animate con el fuego. Seguramente que no te va a pasar como a los chicos, vos sabés... "el que juega con fuego amanece m... ado"
    (es mentira, y no tengo la menor idea de cuál es la relación entre una cosa y la otra).

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  5. Erectas, provocativas...bueno, y con el problema granario que tenemos!!!

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  6. Toro:
    Pufff, una loca bárbara, jajajajaja.

    Marcelo:
    Evitaré decirte que te quedó la cicatriz por huevón porque soy buena; no te lo voy a decir.

    Roberto:
    Todo empezó así. Voy a una empresa, a un pueblito que se llama Mones Cazón y le digo al que me atiende:
    - Ví unos maizales lindísimos cuando entraba, Soria. ¿Dónde puedo conseguir choclo?
    - Algunas cosas se agarran, doña. No se compran.
    - ¿Me está diciendo que me meta en un campo a robar?
    - Robar .... robar .... si será exagerada.
    Y allá fui. Me reía sola, porque tenía falda, camisa, zapatos altos y el bolso colgado al cuello. Vestimenta ideal para salir a afanar choclos, jajajajaja.
    Le tengo terror, pánico, fobia al fuego desde que me quedé encerrada en una habitación que se estaba incendiando. Tenía 8 años. Aunque ya lo manejo mucho mejor.

    Curiyú:
    ¿Será por eso que se despertaron mis ganas de aventura? No lo había pensado.

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  7. Ante todo es conveniente,
    tipificar el delito,
    y no alegar, ni apetito
    ni condición de indigente;
    "destrucción del medio ambiente,
    saqueos a falda alzada",
    20 años como nada,
    (depende del alegato),
    además de los zapatos
    y de la espalda arañada.

    No sé porque me suena a pillaje autobiográfico reciente. Vaya como descargo tu manera sensual de ver el campo; hay allí ocultos apetitos agropasionales. :)

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  8. Uh, muy linda historia, hubiera pagado por verte.

    La otra, bueno, disculpame.☺

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  9. Si lo piensas bien, tuviste una aventura, ¡y encima te pagaron con 3 choclos! ¡Qué suerte! (Y qué ricos están los condenados, a la brasa, con mantequilla, y ¡lo que engordan!)

    Besitos,

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  10. Uuuu...que lindos recuerdos de aquellas jornadas sacrificadas, de calor y mosquitos.

    El relato deja lindo gusto, mas allà de las perdidas!

    Abrazos!

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  11. Amiga, conjugas perfectamente lo esperpentico y lo pasional, produciendo palabras que se deben leer del tiron...

    Me he reido cuando te he visto enganchada en el alambre de espino, con los tacones hundidos en la tierra...

    Solo hubiera faltado que al otro lado del alambre hubiera un rebaño de toros bravos pastando y que tu camisa fuera de color rojo intenso...

    Je,je,je....

    Un abrazo

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  12. Male, te creo cada palabra que has contado: cuando vi ese choclo ... qué ganas de comérmelo, vale la pena correr riesgos.
    Muy buen relato, tan fluido, tan natural.
    Un abrazo

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  13. Carlos:
    Te merecés que te conteste en verso. ¡Pero no me sale nada! Muchas gracias. Veinte años no es nada.

    Roberto:
    ¡Yo hubiera pagado para que nadie me vea! Jajajaja.

    Alice:
    No hay con qué darle: lo que no mata, engorda.

    Magah:
    Los zapatos van y vienen. ¡Pero qué choclos!

    Antiqva:
    ¡Noooo! Por ahora solo choclos. En cualquier momento me animo con el cuatrerismo. :)

    Patricia:
    Tentadores. No me digas que no.

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  14. Huy, de donde vengo hay lugares así, de modo que tengo historias que van por ese camino. XD
    Cuando lo vale, lo vale. :)


    ¡Saludos!

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  15. Malena, date una vueltita por mi blog que te dejé algo!!

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  16. El placer gastronómico lo merece. ¡Quién dijo que lo bueno fuera fácil! Además, tienes pruebas de que tu odisea fue real y no una ficción de blog.

    Buen día, yuyita.

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  17. Edgar:
    En esta época de verano también abundan estas historias en mi ciudad.
    Y vale el riesgo!

    Rberto:
    Ya lo ví. Ahora mismo lo levanto y lo posteo. ¡Muchas gracias!

    Ramón:
    La realidad supera la ficción, jajajaja. Algunas pruebas quedan (la camisa y los zapatos); las otras me las comí.

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  18. Siempre me acuerdo de esas cabezas de girasol gigantes que nos traía papá, de no menos de 40cm de diámetro. Supongo que las obtendría de la misma manera que vos, aunque sin los tacos (espero).
    Muy linda historia hermanita, me trae recuerdos de mis cacerías con el tío y papa, y los tantos alambrados que habremos sorteado...

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  19. ¿Te acordás? En la ruta de Henderson a Daireaux plantan girasol en la banquina (creo que te mostré la foto). Eso es más fácil de afanar!
    Yo me acordé de mi cuñada. Cuando venga, salimos a delinquir juntas, porque vos no querés parar en la ruta.
    El tío y sus latitas para pescar merecen una entrada aparte, no?

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