martes, 12 de junio de 2012

El cazador

Después de un arduo recorrido pudo ver a aquella maravillosa pieza.
- Única en su especie, impecable - pensó.
Preparó el arma con paciencia, mientras no la perdía de vista.
La gacela, segura de su sino, se sentó mansamente frente a la línea de tiro y lo miró.

Decepcionado y sin disparar, siguió el recorrido en busca de una presa que se precie de tal.

domingo, 10 de junio de 2012

Tragedia matinal


Mi pie izquierdo se despertó antes que yo esta mañana. Te buscó entre las sábanas y al descubrir tu ausencia, se lanzó al vacío desde el borde de la cama.


sábado, 9 de junio de 2012

Luz

Batería recargada.
Luz verde.

Luz Casal para inaugurar una nueva temporada (mental).




jueves, 31 de mayo de 2012

Recargando.

Batería descargada.
Por el momento, fuera de servicio.

viernes, 25 de mayo de 2012

Ay, patria mía

Nos pintaron durante toda la primaria a un pueblo que quería saber de que se trataba en las puertas del cabildo el 25 de mayo, mientras los simpáticos French y Beruti repartían cintitas celestes y blancas.
El pueblo eran unas 200 personas. Buenos Aires ya contaba con 40000 habitantes, siendo sólo 2300 españoles.
Los simpáticos French y Beruti, amigotes de Moreno y Belgrano, formaron un grupo llamados los chisperos, cuyo objetivo fue asustar con jinetes, fuego, armas y demás a los partidarios del virrey. Se dicen que eran buenos bebedores y mejor aún con el arcabuz y el cuchillo. Fueron sus hombres los que, montados en sus caballos, impedían el paso al cabildo a cualquiera que no fuera partidario de la revolución. Para distinguir unos de otros, saquean una tienda de la Recova, llevándose un rollo de tela blanca que le prenden a los partidarios de la revolución al pecho (no el rollo entero, entiéndase, sólo una tirita).
Adentro nadie se ponía de acuerdo, o llegaron a un acuerdo tipo Cristina/Cobos, bah.
Saavedra era el presidente pero lo tenía a Moreno siempre en contra. Se odiaban abiertamente.
Moreno no dudaba en hacer pasar por las armas a cualquier opositor. Manda a Castelli, acompañado por French, a ejecutar a Liniers. Unos meses después de aquel Mayo revolucionario, Moreno ha hecho aprobar por unanimidad el Plan secreto de operaciones que recomienda el terror como método para destruir al enemigo emboscado.
Castelli escribe: "Nuestros asuntos van bien porque hay firmeza y si por desgracia hubiéramos aflojado estaríamos bajo tierra. Todo el Cabildo nos hacía más guerra que los tiranos mandones del virreinato"
En cambio escribe Saavedra en respuesta a una carta amenazante de Viamonte: "¿Consiste la felicidad en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en que los hombres impunemente hagan lo que su capricho e interés les sugieren? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principió a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión y en decir con toda franqueza me cago en Dios y hago lo que quiero?".
De todas maneras, quiso el agua apagar tanto fuego - o quizás el propio Saavedra - y Moreno murió en alta mar en circunstancias dudosas.
Saavedra murió de viejo (69 años en aquella época era muchísimo).

Esto pasó hace doscientos dos años.
Y lamentablemente se repitió muchísimas veces más a lo largo de la historia, con otros nombres, otras caras y las mismas ansias de poder.


Y sin embargo, país, los que nos levantamos todas las mañanas a laburar sin esperar más que el sueldo que nos ganamos con el sudor de nuestra frente, los nos quedamos en vos porque no se nos ocurre que exista otra tierra que nos cobije, los que robamos tiempo que no tenemos para ir a ayudar a un comedor barrial, las Margaritas Barrientos, los Juan Carr, los que aún yéndose te llevan en el acento con orgullo, los que lagrimeamos con un tango, los que pese a todo creemos que la cosa va a cambiar, que tiene que cambiar y la seguimos remando, te amamos.





sábado, 19 de mayo de 2012

Francisco


Le pedí al Señor que me diera un amor.
Nunca pensé sería tan profundo.
Ya presentíamos que venías.
Ya te buscábamos.
Papá se había ido a trabajar temprano. Yo dormía. Ni bien me desperté corrí al baño y me hice un test de embarazo. Clavé la mirada en la tirita hasta que ví aparecer las dos rayas azules.
Primero lloré.
De felicidad, hijo.
Y después corrí a llamar a papá.
Naciste un martes. Llovía. Tardaste en nacer tanto tiempo, que yo - que había prohibido que te digan Pancho - empecé a decirte así desde ese día. Cuando te pusieron en mi pecho, me miraste con esos ojazos y no llorabas. Nos reconocimos de inmediato. Vos eras esa cosita que me pateaba y yo era la que te cantaba desde afuera. Te llevaron en una incubadora (locuras del pediatra) y tardaron en traerte conmigo. Hacía dos días que no dormía pero no podía parar de hablar y de reirme con todos los que iban a visitarnos. Era completamente feliz.
Siempre fuiste Pancho. Tu única exigencia era mirar una y otra vez la película de Tigger y El libro de la Selva. Con papá nos sabíamos los diálogos de memoria.
Hablabas poco y mal. Y cuando te ponías chinchudo, como buen taurino, decías "ompo todo yo, eh".
Ahora sos casi tan alto como yo. Ya el sobrenombre no te va. Peleas con tu hermano, salís con tus amigos y te da vergüenza si te beso cuando te dejo en la escuela.
Pero te seguís pasando a mi cama cada vez que hay tormenta fuerte.
Además, para mamá y papá, siempre vas a ser Panchito.
Felices 14 años, hijo.




jueves, 17 de mayo de 2012

Amores de morondanga VIII

Ella, inocente y crédula, lo besó a pesar de su aspecto verde y asqueroso. Desde ese día se la pasa croando en los charcos.