miércoles, 13 de marzo de 2013
Cotidianas
- ¿Ya dijeron quién es?
- Si, se llama Habemus.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Vida de perros
sábado, 2 de marzo de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
Amor onírico
Era evidente que estaba soñando porque esa casa, que era su casa, no se parecía en nada a la real, excepto por la cama. Ni siquiera él se parecía a si mismo. Probablemente las manos, o mejor dicho los gestos, le pertenecían, pero el rostro era borroso. Pero era él, sin dudas. Estaba sentado, apoyado en el respaldar y tenía el control remoto en las manos, aunque no había televisor en el dormitorio. De todas maneras, insistía en apretar los botones y mirar atentamente a la nada.
Quiso hablarle, pero no había mucho para decir. Entonces se sentó, apoyó la cabeza en su hombro y también miró fijamente a la nada. Un rato largo estuvo así, sintiéndolo al lado.
Entonces las palabras brotaron.
- Te extrañé.
- Yo también, mi vida - le contestó él, que no era él pero sí era, y la besó en la frente.
- ¿Vas a volver mañana?
- Sabés que no. Algunas noches, nada más, me puedo escapar.
- Llevame con vos, entonces.
- No, reina. Necesito que te quedes acá. Todavía no llegó la hora.
- ¿Por qué, amor?
- Porque todavía no hay televisión en el Cielo. Ahora quedate calladita y dejame ver, si?
viernes, 15 de febrero de 2013
domingo, 22 de julio de 2012
A tempo
Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para plantar y un tiempo para cosechar.
Eclesiastés 3:1,2
El nacimiento de Constanza Olivieri estaba previsto para el 21 de junio. Sin embargo, llegó el invierno y de la nena ni noticias. Los primeros días no preocuparon a la doctora y mucho menos a la madre, pero comenzando julio, ya se programaba la cesárea. Jorge Olivieri, el padre, se negaba terminantemente a la intervención.
- Déjenla en paz. Ya va a nacer cuando tenga ganas.
- Usted no entiende, Olivieri; hay un tiempo para todo y no se puede luchar contra eso. Es peligroso; puede traer consecuencias que va a lamentar el resto de su vida - le explicaba la doctora.
Finalmente, el 15 de julio - intervención quirúrgica mediante - nace Constanza en perfectas condiciones. A pesar de tener una inteligencia muy desarrollada para su edad, entró a la escuela con sus 6 años bien cumplidos, porque sólo los nacidos hasta el 30 de junio podían inscribirse con 5. Si bien era sociable, no pudo forjar ninguna amistad con sus compañeros de aula que realmente la marcara. En el recreo siempre intentaba acercarse a los de segundo, pero - los chicos suelen ser crueles - la rechazaban por ser más chica. Se conformó con la amistad que le ofrecían sus compañeras, sin que esto terminara de complacerla totalmente. Nunca le gustaron los chicos de su edad; le parecían inmaduros, casi tontos. En la facultad conoció a Ricardo, algunos años mayor que ella, y enseguida comenzaron a salir. Se sentía cómoda con él, pero no enamorada. Compartían charlas, los amigos de Ricardo se transformaron en sus amigos y por primera vez sintió que pertenecía a un lugar.
A los 23 años consiguió su primer trabajo. El día que se presentó en aquella oficina, conoció a Julio Richardi. Cuando lo vió sintió que su cara comenzaba a arder sin ningún motivo. Titubeó al decir su propio nombre y rió estúpidamente cuando él le sonrió.
Se encerró en el baño y lloró desconsoladamente. Hacía un mes y medio que se había casado con Ricardo.